Perpetua Disciplina

Por  Nindirí Méndez
   Foto por Aida M. Pagán




      
                                                            
        El paso solemne de la memoria transita puntual, los jueves a las 3:30 pm, por la Plaza de Mayo. Los caminantes   van silentes, despacio. La pisada es la denuncia.   Las voces que luego reclaman a los 30,000 desaparecidos durante la dictadura en Argentina, no parecen provenir de esos rostros agrietados por la espera. Son voces vigorosas que entonan resistencia. “ ¡Nos sentimos más fuertes que nunca! Aunque a nuestros enemigos no les guste, ” enfatizaba una de las manifestantes. Es que así como el dolor por la pérdida de un ser amado no da tregua, tampoco da tregua la lucha de las Madres de La Plaza de Mayo por desafíar el olvido.  
Al ritual también asisten padres y tíos, abuelos, primos, hermanos e hijos. Entre la muchedumbre se cuela uno que otro niño que, a pesar de no haber vivido los años de la dictadura, sigue siendo testigo de un pasado brutal. Aquel 3 de junio de 2010, un escolar se dirigía cara cara  hacia el cuerpo enjuto de una de las madres. El chiquitín le entregaba un dibujo en el que aparecía una mujer con un mantito blanco y que leía en letras un tanto torcidas: “Sigan  adelante. Gracias por hacernos entender lo que pasó en nuestro país. Ojalá que nunca se vuelva a repetir.” 
Uno de los muchos padres que circulaba la Plaza con la foto de su hijo colgada al cuello, esperaba a que las “chicas”, como les suele llamar,  terminaran de atender a los simpatizantes para ir a tomar un café. El hijo del señor había sido un militar en la armada argentina y según lo indicó él “parece que por resistirse a cumplir órdenes inhumanas lo desaparecieron.” 
Entretanto, el público presente  escuchaba el último relato de  la “chica”  que contaba  que, durante los primeros años que asistió a reclamar por su hermana desaparecida,  no sintió miedo  de ser secuestrada porque era tan grande la agonía que hubiese preferido estar muerta. El relato de la mujer conmovía tanto a la audiencia, que era su  sólida presencia la que terminaba consolándolos.
Con el atardecer las madres se retiraron. La Plaza quedaba en silencio como si guardara luto. Ya regresarían   el próximo jueves porque  no hay gestión que requiera más disciplina que la búsqueda de la justicia. La resistencia  será perpetua hasta que los pasos las conduzcan encontrase con sus desaparecidos. En Argentina nunca habrá olvido mientras hayan escolares que en las clases de dibujo rindan homenaje a su historia. 

1 comment:

Carmen Enid said...

¡Excelente Nindi! Hermosa reflexión de un momento que quedará grabado siempre en nosotros.

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