Historia de un ombligo confundido.


Los ombligos no viajan, pero si pudieran viajar, ¿cesarían de ser ombligos? Vivimos en una isla en el mismo centro del globo terráqueo. Vivimos en una isla en el mismo centro del Océano Atlántico y sirve de ombligo entre hemisferios. Vivir en un ombligo colonizado es perjudicial para el proceso de auto-conocimiento, auto-estima y sobre todo el establecer una identidad. Vivir en un ombligo caribeño es como ser un adolescente eterno.


Personalmente, siempre he sentido que vivir en Puerto Rico es un foco de crisis existenciales ceveras. Entre el vaivén del status y las olas que nos rodean, es dificil identificarse con algo especifico. Somos colonia, somos isla y somos el mismo centro del mundo que ya no es tan nuevo, pero sigue siendo más nuevo que el viejo mundo.


Nunca me he podido identificar con Estados Unidos, aunque su bandera ondea en cada actividad oficial y mi pasaporte es de allá arriba. Nunca he podido identificarme como latina tampoco. ¿Latina por que? Pues sí, hablo español, bella lengua romance que proviene de la gran roma y de los gladiadores y de los filósofos occidentales. Pero tampoco soy romana.


Al tomar vuelo en ese pájaro metálico que suspendido en el aire por más de 7 horas nos trasladó al otro hemisferio, nunca pensé que por algún momento me enamoraría. Y fue que me enamoré de la idea de que este ombligo isleño, puerta del caribe, es también parte del sur. Hemos caminado la cuerda floja entre dos hemisferios por muchos siglos, entre norte y sur, primer o tercer mundo, somos algo. Ese algo de rara forma lo encontré en Uruguay, lo encontré en Argentina y lo encontré en acentos ajenos al mío pero mucho más cercanos que el anglosajón inglés y en bailes sensuales de piernas entre piernas y en amigos que siempre mantendré, sea en mi mente, colgando de mi cuello, tatuados en mi pie o en alguna red social de esas a las cuales vivimos atados como cordón umbilical.


Siento que la mira siempre ha apuntado al norte, cuando deberíamos de estar apuntando hacia abajo. Allá abajo al otro lado del mundo esta la respuesta. Los logros que estos países han alcanzado, me hacen pensar que Puerto Rico tiene esperanzas, aunque esta esté guardada en una caja repleta de complejos. El complejo a ser sur américa, de ser americanos que no somos del norte. A ser tal vez, una república de esas latinas. De esas repúblicas que salen en las peĺiculas de cine, donde llevan a los heroes fuertes a la guerra. A esas repúblicas de dictaduras, cuando ciegamente en esta isla seguimos considerando que este gobierno actual se le puede llamar democracia. Siento muchas cosas que son dificiles explicar en un solo escrito, muchos sentimientos enredados que todavía proceso al visitar el hemisferio que es al revéz de la metropolis. Pero todo lo que siento, lo siento con el calor más fuerte que he sentido en el pecho y es que tenemos que dejar de mirar hacia arriba, todo el camino nos ha de conducir al sur.


Este ombligo caribeño necesita observarse en un espejo latinoamericano. Necesitamos como pueblo conocer la historia de nuestros compañeros del sur y prohibir que los despilfarros políticos que ocurrieron previamente en estos lugares puedan ocurrir en nuestro hogar. Dice el dicho que nadie escarmienta por cabeza ajena, pero yo visité la ESMA y vi los campos de concentración de las dictaduras de derecha en Argentina y yo visité Montevideo y pude observar como un pueblo oprimido ha podido organizar un gobierno justo y que trabaje para el bien popular. Puerto Rico tiene la oportunidad de aprender de las experiencias previas de nuestros hermanos y cambiar el rumbo por el cual nuestra nación esta siendo dirigida.


El cambio comenzó con la huegla estudiantil. El cambio se dió en mi mente y corazón y sé que en el de todos mis compañeros de viaje. Ahora solo falta que el cambio lo sigamos propagando a todos nuestros conciudadanos. Debemos de aprender y a su vez emular al sur que tanto hemos trabajado por mantener escondido. Ese sur del cual tanto hemos huido... es hora de buscarlo.


El sur fue demasiado para poder procesarlo todo ahora. Para procesar el sur se necesita más tiempo. Pero si se que aprendí algo muy importante. Si algo aprendí de visitar el sur, fue darme cuenta que yo también soy el sur y ser el sur es algo hermoso.

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