La maravilla de la aviación



     
      Algo mágico ocurre al abordar esa ave gigantesca que purifica el alma. El vértigo del despegue revuelca en los pasajeros sus miedos, sus convicciones, sus sueños y expectativas, los motivos para partir.Tal vez el ingenio del brasileño Alberto Santos Dumont, a quién prefiero darle el crédito de la aviación, fue el primer paso hacia la tele transportación del hombre. ¡Qué maravillosa fantasía poder estar en mucho sitios a la vez! No tan sólo estar con las ansias y el corazón, sino que poder respirar el aire nuevo y pisar el suelo del destino. Mi amigo, el pintor Carlos Raquel Rivera, decía que era mentira que los aviones volaban dándole la vuelta al mundo. "Esas máquinas lo que hacen es meternos en un tubo de tiempo y espacio que nos transporta a otro universo". Y aún para los creyentes resulta asombroso que a ocho horas de la Norzagaray esté la Gran Vía, a ocho horas de Washington Heights esté el Machu Picchu. Sí, a horas de distancia, el Occidente del Oriente, el Norte del Cono Sur. Vuelos que nos hacen vivir mundos, en otras eras inalcanzables. 

Más de una vez un avión me ha acercado al amor, me ha devuelto la fe en mí, me ha hecho entender que, más allá del horizonte, la vida siempre te sorprende. De cierta forma, comprar un boleto de avión es como comprar una página en blanco en donde se escribirá una historia. Volar, el sueño más placentero, ahora marca el inicio y el final de un viaje. ¡Benditos apocalípticos aparatos que innegable y deliberadamente cambian nuestro destino!  Mi próxima parada, Montevideo, mi equipaje liviano para que no me cobren demás.

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